Recuerdo durante mis años de catecismo siendo chiquito y no tan chiquito, como mis catequistas fueron enseñandome cómo era Dios. Mis papás, en mi casa, fueron mostrándome que Dios era bueno, perfecto, grande y que nos ama con todo el corazón. Esto es muy cierto...
Años más tarde, la vida misma, con sus innumerables caminos y con sus idas y venidas que desconciertan me fue revelando otro rostro de Dios...
La vida que comparto y celebro con mis hermanos en este rinconcito olvidado del Gran Buenos Aires me va enseñando que Dios es duda, Dios es incertidumbre, Dios es intemperie, Dios es inseguridad, Dios es fragilidad, miedo, llanto, horror...
Tal vez tenga que aprender en esta porción olvidada de la tierra y de los hombres, que Dios es distinto a como nos enseñaron...
miércoles, 3 de diciembre de 2008
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